Vestida de
orgullo,
propuso en
su corazón
no entregar
su dignidad,
decía ella al
poseer
su imagen de
mujer,
pero terminó
construyendo
murallas con
palabras y
convencimientos vacíos en esencia.
Luego, sin
darse cuenta,
bajó guardia en señal de espera.
¿No es
resignación en lugar de espera?
Resignación
que enmudece,
imposibilita,
ciega.
Todo se
vuelve rutina,
y termina siendo inexistente,
inexistente
como aquella mujer
con cabellos
de plata y ojos esmeralda.
Pareciera
sentir un dilema en su piel,
por ello
desnuda su protección
por un
instante, mira hacia ambos lados
para que
ningún enemigo ataque,
y llora fuerte
pero en silencio, con sus rodillas
besando la
tierra.
Luego se
levanta y retoma su posición:
Descubrió una
resignación que aprendió a esperar
con el fin
de no perder la vitalidad y el sentido.
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