lunes, 14 de septiembre de 2009

Quebrantos bajo el cielo de los años treinta


Canta el alba su nueva canción,

sobre el cielo de América latina,

sobre el sudor de gente que trabaja:

Canta ella por un nuevo día.


Yo la imagino, imagino su bella calma;

y luego veo el sol como resplandece,

sobre obreros explotados.

sobre corazones cansados.


Iluminando aquellas tierras,

con extensos sembradíos,

con exuberantes bellezas,

donde el verdadero pueblo,

permanece marginado.


¡Cuanta injusticia gobierna el espacio!;

la desigualdad vierte su veneno,

penetrando el corazón de cada humano

una amarga sensación; allí se va dejando.


Una mezcla de sentimientos

en la vida de la mujer, del hombre,

sedientos por cambiar su mundo,

se desahogan en el libertinaje diario,

de los vicios y placeres mundanos.


Día con día amanecen los pesares,

para aquel pueblo sumido en la miseria.

Día con día amanecen los opresores,

entre tanto y tanto, cierto contentamiento;

un eterno llanto.


Así viven durante esos años,

nuestra madre, nuestro anciano.

Viven en este pueblo,

y en otros hermanos.

Mientras el albor a todos ilumina:

A las gentes y gentecillas.

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